Hace tiempo que las famosas les arrebatan de las manos algunas de las más jugosas campañas publicitarias a las top models.
Las caras conocidas deben vender más, si no, de qué iba a seleccionar Louis Vuitton a Madonna, o Miu Miu a Katie Holmes, y, mucho menos, Armani a Victoria Beckham (todas en las fotos).
Los mejores fotógrafos, la ropa más costosa y unos conceptos muy pulidos no han sido suficientes porque las imágenes de las marcas no salen muy beneficiadas al ceder protagonismo a las celebridades que, para mi gusto, no están a la altura de las circunstancias.
Soy una fan total de Madonna y le he visto en mejores ocasiones (aquella campaña que hizo para Versace hace años tampoco le favorecía y se veía incluso mayor que ahora). Katie Holmes es bonita, incluso podría decir que es bella, pero ser modelo es otra cosa, Penélope no desentona con Mango porque es una marca hecha a su medida, pero la mujer de Tom Cruise tiene antedecentes difíciles de superar como aquella campaña de Lindsay Lohan (en la que estaba afortunadamente irreconocible), la más reciente de Kristen Dunst, cuyo estilazo no es comparable a la aniñada madre de Suri.
Lo de Victoria Beckham no es tan raro, las fotos son de una perfección técnica sólo empañada por el hecho de que aparezca ella -con todo lo que implica- como imagen de Armani que intenta comunicar distinción, discreción y clase, atributos que no consigo relacionar directamente con la ex-Spice Girl. Eso sí, mucho mejor que las de su marido.
No sólo hemos visto a Nicole Kidman, Vanessa Paradis o Diane Kruger hasta en El Corte Inglés, lo de las burbujitas de Freixenet ha trascendido y ahora hasta las modelos que tienen trabajo son aquellas que son famosas, de las que nos sabemos sus nombres... y si no, pensad en las últimas campañas, además de la monopólica Kate Moss, unas cuantas maniquíes más que de alguna forma están involucradas con el famoseo.
¿Surgirán así nuevas caras y modelos o seguiremos rescatando a Schiffer o Karmen Kass hasta el cansancio?
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