Julia Roberts, en una imagen de archivo / REUTERS
Parece que fue ayer cuando Richard Gere la colmaba de regalos en “Pretty woman”, y a efectos del negocio lo es. A ninguna otra Cenicienta le ha sentado igual la bota de cristal de caña alta. Será por la crisis, será por lo sosas que son todas las demás actrices o por lo mal que eligen sus papeles, pero lo cierto es que durante su ausencia no ha salido ninguna estrella como la Roberts. Sólo su nombre da alas a la taquilla.
Imposible determinar cuánto ha habido de sincero instinto maternal y cuánto de inteligencia en este calculado distanciamiento de Julia Roberts cuando se encontraba en pleno apogeo. The New York Times citaba esta semana expertos hollywoodólogos que elogiaban el talento de esta actriz para hacerse desear por su público, un talento del que por ejemplo carece Tom Cruise.
Otros creen que la actriz se guía exclusivamente por su olfato, y que ha aceptado protagonizar “Duplicity” simplemente porque huele un gran éxito en este proyecto. Hablamos de una producción escrita y dirigida por Tony Gilroy y coprotagonizada por Clive Owen con la intención de ofrecer al público un cruce de comedia romántica y thriller de espías, algo trepidante y a la vez lleno de sentimiento.
Roberts y Owen interpretarán a exagentes de la CIA buscándose la vida en el mundo de la postguerra fría, es decir, encontrando trabajo como espías privados, a las órdenes de grandes corporaciones multinacionales. Serán rivales en la lucha por conseguir la fórmula de un producto ardientemente codiciado por sus empleadores, que no se pararán en barras legales ni éticas para lograr sus objetivos. Pero a la vez experimentarán una atracción mutua que les pondrá a rivalizar al filo del abismo. Habrá quién eche de menos la música de Roy Orbison, pero no está mal.
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