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martes, 16 de diciembre de 2008

Jim Carrey modera las muecas en la comedia amorosa 'Di que sí'



El rey de la mueca, Jim Carrey, está limando sus gestos. A sus 46 años, el cómico canadiense afincado en Estados Unidos protagoniza Di que sí, una comedia romántica en la que el repertorio de aspavientos resulta muy moderado en beneficio de un "personaje más real", a diferencia de sus interpretaciones tanto en Ace aventura como en La máscara, en las que estuvo "desorbitado", según reconoció ayer durante su primera visita a España.

La actriz Zooey Beschanel, recordada por Puente hacia Terabithia, y el director Peyton Reed (Separados y A por todas) acompañaron a Carrey en el preestreno celebrado en Madrid --el filme llegará a las salas el próximo día 19-- donde se volcaron los admiradores de uno de los actores más cotizados de Hollywood.
En su cita con la prensa el actor tampoco defraudó en cuanto a gesticulación se refiere: jugó a esconderse tras un guardaespaldas y una columna cuando se anunció su entrada en el salón de un hotel de lujo. Todo sea en agradecimiento, dijo, a un público que disfruta con sus películas. Y esta última le ha obligado a un gran esfuerzo físico, como practicar puentismo (rechazó al doble) o demostrar su habilidad para las acrobacias con una Ducati.

En Di que sí Carrey interpreta a Allen, un personaje que siempre tiene un no en la boca: a los amigos cuando le proponen planes de ocio, a las chicas cuando le piden un compromiso, o a los clientes del banco en el que trabaja cuando le solicitan un préstamo. Pero acude por casualidad a una terapia multitudinaria de autoayuda en la que conoce las ventajas de decir que sí; después, conoce a una chica y empiezan las contradicciones.

Lo que a Carrey le llamó la atención de esta historia es que es real. Está basada en la propia experiencia del escritor de comedias británico Danny Wall, cuyas memorias se convirtieron en un superventas y atrajeron la atención del actor.

LA SONRISA COMO TERAPIA
"Creo que la película", dijo ayer Carrey, "anima a las personas a ser más positivas en la vida". La sonrisa es la mejor de las terapias, según la filosofía personal y artística del actor, que pareció dispuesto a mejorar la deteriorada imagen de Estados Unidos tras el mandato presidencial de Bush.

"Quería hacer algo bonito, que les guste a todos cuando pasan por malos momentos", afirmó. "Como país, hemos hecho todo lo posible por enfadar a los ciudadanos del resto del mundo, y con esta película quería hacer algo para alegrarlos".
Ganador de dos Globos de oro --el primero en 1999, en la categoría de drama, por El show de Truman y el segundo en el 2000 por la comedia Man on the moon--, Carrey coquetea de vez en cuando con personajes más dramáticos de los que le han hecho popular aunque los galardones le reconozcan su múltiples facetas. "Los premios no me motivan; es el público el que me mantiene en esta profesión", señaló.

Fuente: http://www.elperiodico.com

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